Capítulo 8: El símbolo

>> sábado, 11 de abril de 2009

El Símbolo

“Es increíble como en un cofrecito tan pequeño puede caber tanta información,” comentó Azalea.
“Si, hermanita, como si fuera el disco duro de una compu, solo que ese es más chiquito,” respondió Atabulo burlonamente.

Los gemelos se adoraban mutuamente, pero no cesaban de hacerse burla, ironizarse y satirizarse entre ellos. Sofía ya conocía la dinámica y la disfrutaba enormemente. Si había algo que la atraía a esa pareja era que uno nunca se aburría con ellos. Alguno de ellos siempre tenía algún comentario jocoso y por más grave que estuviera una situación siempre terminaba uno riéndose. Los gemelos vivían al pie de la letra el viejo refrán chino que decía: “la vida es demasiado seria para tomarse en serio,” y si eso se podía aplicar a la vida, con más razón se tenía que aplicar a las personas.

No es que el trío se tomara a la ligera al mundo. Pertenecían a una generación de la que muchos integrantes estaban irremediablemente perdidos en el mundo de las drogas, la evasión cibernética y mil otras cosas que la sociedad había inventado para mantener a todos esos jóvenes inmersos en esquemas más o menos peligrosos y dañinos de evasión. Ellos eran de los pocos de su generación que pensaban de otra forma. Aunque sus vidas eran bastante convencionales en términos generales, cuando se juntaban eran una bomba, y de acuerdo a lo que había en el cofre, esa bomba estaba pronta a estallar.

“Si mi madre tiene razón, ya somos 10 de los 13.”

“Diez de los doce, ¿no?”

“Sofía tiene razón, hermanito, ella es la número 13 y no la 12.”

“Entonces el reto es encontrar a los otros 10. ¿Alguna idea?”

“Pues podemos poner un anuncio en el periódico. En el Reforma ahora hay una campaña para publicar anuncios personales gratuitos,” dijo Atabulo.

“Y nos rodearíamos de un montón de gente que va a pensar que se trata de montar una orgía gigantesca,” le respondió su hermana, “yo digo que hay que esperar. Si esa gente tiene que llegar, llegará sola y cada uno en su debido momento.”

“Sí, creo que tienes razón,” le dirigió la palabra Sofía, “lo peor que puedo hacer en este momento es preocuparme por buscar a 10 personas que no sé ni cómo buscarlas. Que el universo se las ingenie para traerlas conmigo.”

“¿Y cómo vas a saber si alguien es uno de esos?”

“Podríamos pedir al universo que le informe a los demás que se identifiquen con un símbolo.”

“¡Ya!, así de sencillo. Como una palabra en clave para consultar tu cuenta de correo electrónico,” dijo Azalea al ver el rostro incrédulo de su hermano.

“Podría funcionar.”

Sofía se quedó pensando un momento. Los gemelos la contemplaron inmóviles y no la interrumpieron con más palabras.

“¿Se acuerdan que tenemos algo en común, nosotros tres?”

“No creo, si mi hermanita y yo somos como el agua y el aceite,” contestó Atabulo.

“Cuando calculamos nuestras fechas en el calendario azteca, resultó que los tres nacimos en un día Ollin, eso es lo que tenemos en común y ese va a ser el símbolo de identificación.”

“Lo recuerdo, es ese símbolo de dos ángulos entrelazados que tienen un chipote en la esquina,” dijo Azalea.



“Ese mero. Pero debe de haber variantes y también hay que considerarlas. Para empezar el símbolo equivalente en el calendario maya se llama Kaban, y en el zapoteca es xoo.”

Sofía se acercó a los estantes y sacó varios libros que comenzó a hojear.



“Miren,” les indicó a los gemelos, “aquí tenemos el glifo de Kaban y sus variantes. Los mayas escribían de forma muy regionalista. En cada sitio maya hay variantes personales de cada uno de los glifos. Por eso a los historiadores y antropólogos se les ha complicado tanto leer el maya. Primero tienen que adivinar las equivalencias y luego tienen que tratar de deducir el significado.”

“En los calendarios azteca y zapoteca no sucede eso. Hay como más unidad en la forma de representar los glifos. Por lo mismo podemos decir que eran sociedades más totalitarias e incluyentes. No había tanta libertad creativa como en la época de los mayas.”

“Entiendo. Pero podemos expandir el significado un poco si nos dices que significa cada uno de esos glifos. Ya sé que Ollin significa movimiento, pero que es lo que se supone que significan las versiones mayas y zapoteca.”

“El xoo zapoteca normalmente se traduce como terremoto.”



“Un movimiento de la tierra. Eso no me gusta,” se asustó Azalea, “puede que signifique que encontremos a uno o varios de los 10 en o después de un temblor.”

“Claro, pero no tiene que ser un temblor tan devastador como el del 85,” aclaró fascinado Atabulo.

“El significado de Kaban es un poco más complicado. Yo creo que los mayas llamaban a la tierra “Kaban Ek”. Por eso muchos traducen el glifo simplemente como tierra. Pero la raíz “kab” se refiere tanto a las abejas como a la miel. Y “ek” se usa indistintamente para estrella, planeta, negro y muchas cosas más dependiendo de cómo se pronuncie. Así que podemos decir que Kaban Ek significa algo así como planeta de las abejas o planeta de la miel.”

“Será entonces que nuestro planeta se distingue de todos los demás por tener miel.”

“Y de ser así no se me antojaría viajar a Venus, la miel es mi dulce favorito,” comentó riendo Azalea.

continúa con el siguiente capítulo 9: Una hija de Pueblo

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En las últimas páginas del Códice Madrid, está dibujada toda una historia que tiene que ver con el concepto de la abeja (Tierra). En la imagen solo un fragmento. El códice lo puedes descargar completo en versión pdf aquí. Las páginas a las que me refiero son de la 102 a la 118

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